Pierre Cartier no eligió ser sin fronteras. Nacido en 1932 en una de las regiones francesas que más sufriría durante la ocupación nazi, vivió una dura infancia: "No siempre sabíamos si éramos alemanes o franceses", dice. Quizá por ello, Henri Cartan encontró en él a la persona perfecta para dar un espaldarazo al "perdón mutuo" entre Francia y Alemania. Cartier había sido alumno de Cartan en la École Normale de París y, gracias a él, entró a formar parte del grupo Bourbaki, una sociedad semisecreta que tenía la ambición de refundar todas las matemáticas sobre las bases más seguras, de la que Cartier llegaría con el tiempo a ser secretario. "Cuando me tocó buscar plaza de profesor recuerda el matemático me devolvían todas mis solicitudes diciéndome que les encantaría tenerme en la plantilla, pero que Cartan ya les había anunciado que había una plaza para mí en Estrasburgo. ¡Un puesto que yo nunca había solicitado!". Su maestro consideraba que era en Estrasburgo donde la lucha de Cartier por la reconstrucción de la escena europea podría dar sus mejores frutos, y allí terminaría pasando el joven matemático diez años de su carrera.
Entre los miembros de Bourbaki, no sólo Henri Cartan tenía un marcado compromiso político. Otro de los padres fundadores, Laurent Schwartz, fue un convencido anticolonialista que protagonizó numerosos actos de protesta contra la guerra de Argelia, entre los que destacan la firma de un manifiesto que llamaba a la insumisión de los militares o el caso Audin. Maurice Audin era un joven doctorando de la Facultad de Ciencias de Argel, torturado y asesinado por el ejército francés como represalia contra su militancia independentista. Mientras aún permanecía desaparecido, su director de tesis reunió las notas que había escrito antes de que lo secuestraran, y en diciembre de 1957 tuvo lugar una lectura in absentia, de cuyo tribunal formaba parte Schwartz. "Ver que gente como el escritor François Mauriac fingía interesarse por un intrincado problema matemático sólo para apoyar la resistencia universitaria al colonialismo fue un buen golpe mediático", señala Pierre Cartier.